La
American Cancer Society ha distinguido a la Fundación Apostar a la Vida
con el cargo de Embajador Global de Cáncer al Sr. Jorge Padín, uno de sus
pacientes recuperados, para representar a la Argentina ante la Organización de
las Naciones Unidas, cuyo testimonio es relatado a continuación:
"En
1997 tuve cáncer de colon del que me operaron, luego comencé los tratamientos
oncológicos. A los seis meses se produjo metástasis en hígado muy avanzada con
importante riesgo de perder mi vida. Entre tres y cinco meses era todo lo que
mis médicos me auguraban.
Así
llegué al grupo “Apostar a la Vida”, sentía que me estaba muriendo. Shockeado,
abatido, angustiado, con sentimientos contradictorios, pensé encontrar en ese
grupo de pacientes oncológicos a personas tristes y desesperanzadas. Imaginé
que me palmearían la espalda y me acompañarían patéticamente en la "larga
y penosa enfermedad". Nada de eso pasó, lo primero que llamó mi atención
de esas personas fue la actitud. Eran luchadores, gladiadores, que no se
lamentaban conmigo sino que me alentaban a pelear contra la enfermedad, allí
comencé a comprender que no tenía certezas pero sí oportunidades. No me quedé
tirado en una cama y preguntándome "¿por qué a mi?", sino que con la
ayuda del grupo me puse de pié para enfrentar al cáncer aún teniendo un
pronóstico adverso, con el objetivo de derrotarlo y ganar mi vida.
Trabajando
en el grupo hice cambios profundos y vigorosos, a fines de 1998 me hallaba
mucho mejor. Un año después me operaron del hígado, extrayendo el 65 por ciento
del órgano. Un post operatorio complicado me puso en jaque nuevamente, con
total firmeza le dije a mi médico "Ud. haga lo suyo que yo haré lo mío,
pero quiero salir sano de acá". Hete aquí que antes de mi alta definitiva,
en enero del 2000, a mi querida esposa Adriana se le diagnosticó cáncer de
mama, luego siguió el quirófano y tratamientos, la sorpresa no podía ser
mayor. Aún con los vendajes sangrantes la acompañé, estimulé y sostuve en esos
momentos tan difíciles. Todo concluyó en el resultado buscado y esperado,
Adriana estaba de alta.
Estando
advertidos que un eventual embarazo sería muy riesgoso porque el cáncer
transitado por Adriana fue hormonodependiente, nos encontramos a mediados del
2001 con la noticia que seríamos padres. Familiares, amigos, todos quienes nos
rodeaban se sorprendieron y a la vez se preocuparon al igual que nosotros,
temíamos los posibles riesgos que eso podría acarrear. Al punto que una médica
sugirió abortar. Nos negamos rotundamente, amábamos demasiado la vida y
decidimos seguir luchando. Por eso, y con esperanza, aceptamos continuar con el
embarazo.
El
15 de marzo de 2002 nació nuestra amada Mayra. Algún día le enseñaré los
informes tenebrosos y se los regalaré, y a mis futuros nietos también les
contaré como en otros tiempos luché contra una enfermedad terrible llamada
cáncer saliendo vencedor. Hoy vivo mi saludable vida, y disfruto mi familia, mi
hija, mis amigos y todo lo que me gusta. Me siento muy bien ayudando a mis
compañeros que tuvieron mis mismos miedos. Por eso los estimulo a continuar en
la lucha, porque si yo pude, ellos también.